LA IGLESIA POPULAR DE BERGOGLIO

LA CRISIS DE LA IGLESIA Por Benedicto XVI La Iglesia y el escándalo del abuso sexual.

EN DEFENSA DE LA FE Documento del Vaticano Ad tuendam fidem.

COMUNIÓN EN LA MANO Las mentiras del P. Balsa y Mons. Sueldo.

COMUNIÓN EN LA MANO (2) Comentario al libro de Mons. Laise.

MONS. KARLIK Y LA MASONERÍA Nueva fraternización.

MONS. KARLIK Y LA GUERRILLA En defensa del MTP.

ROMA Y LA MASONERÍA Documento del Vaticano.

LA IGLESIA Y LA GUERRILLA La mala memoria de nuestros obispos.

CURAS TERCERMUNDISTAS EN ARGENTINA (informe periodístico)

ENEAGRAMA El influjo nefasto sobre la religión.

VIEJOS ERRORES... QUE VUELVEN Lista de algunos famosos descarriados.

HOMENAJES A MONS. ANGELLELI Documentos probatorios.

HISTORIA DEL MODERNISMO

ACERCA DE CIERTA EXÉGESIS (MODERNISTA)

TEOLOGÍA NUEVA: natural-sobrenatural

EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA Falso mensaje.

UN OBISPO MÁS IMPORTANTE QUE EL PAPA: WALTER KASPER. por el Card. Ratzinger.

IGLESIAS HERMANAS La única Iglesia de Cristo.

HUMANI GENERIS Pio XII contra el modernismo


ARTURO PAOLI


DOCTRINA Y MÉTODO DOCTRINAL DE

DESTRUCCIÓN DEL CRISTIANISMO

(Análisis de un caso paradigmático)


Héctor H. Hernández


1.- Situación del Progresismo.

Estamos asediados desde hace cierto tiempo por una actitud, por una doctrina y por autores que pretenden cambiar la Iglesia Católica.

Algunas de esas voces en cierta medida hoy entre nosotros se han silenciado. Lo que ha sido así por razones tácticas, porque -caso de sacerdotes- abandonaron su ministerio casándose o no, o por temor al régimen militar que los ve como enemigos, o como consecuencia lógica de la derrota en la batalla subversiva en que algunos se empeñaron. No creemos, porque no hemos oído retractaciones de errores proporcionadas a los escándalos causados, que haya habido "conversiones", aunque por la Gracia de Dios ellas sean siempre posibles.

Este parcial silencio hace pensar a algunos dirigentes que "ha pasado la época crítica", y que no es prudente remover cuestiones "del pasado", "superadas". Parece ahora ganar posiciones una visión relativista y acomodaticia según la cual la Iglesia, que no sería "ni de izquierdas ni de derechas", que "no debe meterse en política", sería "de centro" (1). Según esta visión deberíamos evitar, ante todo y sobre todo, los "extremismos". Pareciera que así se sigue queriendo colocar a la Iglesia detrás del carro de la historia, detrás de los "signos de los tiempos" y sometida al vaivén de las vicisitudes del mundo, lo que de concretarse impediría que sea luminoso faro visible para todas las naciones, para pasar a ser oscura "tomadora de conciencia" de procesos que a priori debiera cohonestar. Porque es sabido que "el centro" varía permanentemente según las vicisitudes de la lucha; es a lo sumo algo así como una "resultante de fuerzas", es un permanente "statuquismo".

Esa visión que comentamos no saca las consecuencias, entre otras cosas, de la experiencia guerrillera argentina. Para ello, debiera tenerse la sinceridad de reconocer que mucho de lo que ha sucedido fue predicho, no por los "moderados" que iban siempre detrás de los hechos promovidos por los enemigos, sino por los llamados "tremendistas", los que hace diez años no tuvieron las tribunas, cátedras, cargos, auditorios oficiales y medios que tuvieron sí los ahora llamados "extremistas de izquierda" en su confesada empresa de "cambiar la Iglesia".

Tampoco se toma conciencia que la derrota, sólo parcial, de estas posiciones, ha sido por cuestiones y por autoridades en cierto modo accidentalesrespecto de la Iglesia y de la doctrina católica. Todo lo cual hace fácil predecir que no se evitará la repetición de ciertos procesos y que salvo medios divinos extraordinarios, humanamente no se vislumbre una salida de la actual crisis.

2.- Paoli como "autor-tipo"

Uno de los autores que hace unos años se ha convertido en dirigente de aquella empresa de cambio de la Iglesia, ha sido el P.Arturo PAOLI. Se nos ha pedido un trabajo sobre su pensamiento. El autor, como tal, ha perdido absolutamente vigencia, por lo que entendemos solamente nos interesa: 1. Como una expresión-tipo de aquéllas voces de cambio que con tanta libertad se alzaron o se alzan entre nosotros; 2. Por su método dialéctico de ataque, que sigue siendo utilizado por sus aliados; 3. Porque su contenido doctrinario, por lo demás nada original, es sólo un eco de doctrinas que de ningún modo están erradicadas, sino que se detectan en múltiples hechos y expresiones doctrinarias en vastos sectores del Catolicismo. Dichos sectores rechazan a menudo ciertos "excesos extremistas", pero estos extremos son sólo consecuencia de posiciones heterodoxas que sin duda manifiestamente suscriben.

3.- La doctrina de "Persona. Mundo. Dios"

Limitaremos nuestras consideraciones a la principal obra del A., Persona. Mundo. Dios. Ya el P. Julio MEINVIELLE, hace más de diez años, en un trabajo al que remitimos al lector, señaló la idea heterodoxa y destructiva de dicha obra y la "dificultad" de "recomponer en una ‘estructura intelectual inteligible’ el pensamiento confuso y turbiamente diluido" del citado libro (2).

Por nuestra parte, entendemos también que podemos encontrar esa "estructura intelectual inteligible" tanto en el A. considerado como en el Progresismo o Modernismo en general (3), y cierta hilación o consecuencia lógico-ontológica entre sus diversas proposiciones doctrinarias. Porque nos parece que en general detrás de las "máscaras" de la "adaptación", de la "acentuación de aspectos antes dejados de lado", del "adecuarse al hombre moderno" o a "los signos de los tiempos", se esconde ante todo otra concepción de Dios. Y que es a consecuencia de ella que vienen las demás posiciones en los puntos más diversos y en las actitudes concretas. (Desde la vestimenta sacerdotal a las posiciones políticas, morales, litúrgicas, etc.). De ahí que reseñaremos, en el cap. 4, la posición doctrinaria del A. sobre Dios; para confrontarla luego (nº 5) con la Doctrina Católica; mostraremos el pensamiento del A. sobre otros temas, con sus propias palabras (nº 6); y haremos una segunda observación crítica (nº 7); analizaremos en nombre de quién habla y escribe (nº 8); ciertas peculiaridades del método utilizado (nº 9); y expondremos nuestras conclusiones (4).

4. - La concepción del A. sobre Dios

1. "La teología nos habla de una vida de la Santísima Trinidad conclusa en sí, suficiente, pero, ¿qué sabemos de ella? Está en los libros; no puedo admitirla ni negarla. La experiencia de fe que tengo de Cristo, es del hombre-Dios, es decir, de la Palabra que se hizo carne para hacerse amor" (pp. 208-9).

2. Dios, para el A., es "el ser individualizado..." (p. 125) "posee facultades y actividad y movimientos análogos a los míos, como pensar, amar, crear" y "puede unirse a mí tan profundamente que, en cierto punto, no se puede casi distinguir si soy yo o él" (p. 125).

3. Dios es "el punto de llegada, la superación de todos los límites" (p. 126).

4. "Creo que para comprender la plegaria haría falta sentir cuánto necesita Dios de nosotros, de nosotros como persona, para poder vivir con nosotros y en nosotros su Ser-Persona" (p. 128).

5. "La plegaria supera, no digo reniega sino supera, todos los conceptos teológicos que procuran salvar una pureza o una integridad esquemática de Dios y lo hacen inmóvilsuficiente a Sí mismo, encerrado en su beatitud esencial; y descubre el Dios del Evangelio que buscamos afanosamente como a uno que tiene necesidad de nosotros. ...Nuestra relación con Dios se inspira en esta imagen más bien que en la de un Dios que parece no tener ninguna necesidad de nosotros" (p. 128).

6. Si Dios es esto (aludiendo a Dios concebido como "este Ser misterioso y amenazador, que me tiene atado con promesas de castigos y recompensas y me impide con ello moverme con libertad", (p. 128), se puede exclamar con Nietzsche en la Gaya Ciencia: Cuando se nos dice a nosotros, filósofos, espíritus libres -el viejo Dios ha muertonos sentimos como iluminados por una aurora; nuestro corazón rebosa de maravilla, presentimiento, reconocimiento, esperanza: por fin se ha despejado el horizonte y podemos precipitarnos a cualquier riesgo; por fin están permitidos todos los desafíos del conocimiento; por fin el mar, nuestro enorme mar, se descubre, se extiende ante nosotros" (p. 129).

7. "Puesto que el camino del progreso es indefinido, es marchar siempre hacia adelante, el hombre tiene necesidad de creer en el hombre. Podemos sí, aceptar esta fe en el hombre que anima el progreso moderno todo y que parece estallar fuera impetuosamente cuando el hombre ha advertido que el "viejo Diosha muerto, y tener paciencia hasta que nuestra generación o la que sigue, descubra que para fundar este hombre objeto de fe, se necesita la fe..." (pp. 112-3).

8. (Hablando de Dios) "Puedo unirme a él, y sé qué quiere decir esta unión porque la conozco por la amistad, por el matrimonio" (p. 126).

9. Citando a Robinson (Honest to God), dice: "Si Dios es Creador, si no hay otro fuera de él, ¡ha de estar bien dentro de las raíces del hombre! Me agrada mucho la definición de Tillich: El nombre de la profundidad y del fondo infinito, inagotable, de cada ser es Dios. Esta profundidad es el sentido mismo de la palabra de Dios" (p. 179).

10. También en Dios cabe el sufrimiento... y no solamente la carne de Cristo queda herida en la Cruz: También el Padre entra misteriosamente en la Pasión..." (p. 213).

11. "Encontrar a Dios y a los hombres" es la misma cosa, un encuentro global" (p. 91).

12. El hombre "ya no podrá aceptar un Dios que esté fuera y antes que él" (p. 114).

Hasta aquí el P. Paoli.


5.- Confrontación con la Doctrina Católica

1. "La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del mundoreal y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso y por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido". (Conc. Vat. I, Denzinger, 1782). "Este solo verdadero Dios, por su bondad y virtud omnipotente, no para aumentar su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que reparte a la criatura, con libérrimo designio...creó de la nada..." (ibídem, Dz., 1783).

2. Desde las "formas antiquísimas del Símbolo Apostólico" hasta hoy, los católicos manifiestan creer en la Santísima Trinidad. (Dz. 1 y etc.).

3. Durante el Pontificado del Papa León XIII fueron condenadas por el Santo Oficio distintas proposiciones de Antonio de Rosmini-Serbati, entre ellas, la que sostiene que "en el orden de las cosas creadas se manifiesta inmediatamente al entendimiento humano algo de lo divino en sí mismo" (Dz. 1891) (5).

4. El Papa Clemente VI (1342-1352) condenó la proposición de Nicolás de Autrecourt según la cual las proposiciones "Dios existe". "Dios no existe" significarían absolutamente lo mismo, aunque de otro modo: la Iglesia defendía, así, un dato de sentido común.

5. Hemos subrayado nosotros los textos del A. que más nos interesan, y los textos reproducidos del Magisterio que tienen más manifiesta relación con aquellos. El resultado de la confrontación resulta obvio, si no bastara su confesión de que no puedo ni admitir ni negar lo que sobre la Santísima Trinidad dice la Teología (el A., que siempre rebaja todo lo intelectual y así a la Teología, se refiere a ésta en letra minúscula, v. 4.1.); o la negación de Dios como inmóvil, suficiente, afirmando que necesita de nosotros (4.4 y 4.5.), contra el texto trascripto del Conc. Vat. I en 5.1., entre tantos otros.

Aplicando la cita de 5.4. a la "Teología de la muerte de Dios" y a una supuesta interpretación "benigna" de la misma, baste señalar que no es lo mismo decir "Dios ha muerto" (Paoli 4.6.) que decir que Dios es "el Dios vivo" (Conc. Vat. I, 5.1.). La supuesta interpretación benigna, que rechazamos ("no habría muerto el Dios verdadero sino una deformación del mismo", por ej.), es rechazada por el mismo autor cuando expresamente dice profesar con el propio ateo Nietzsche la citada doctrina (4.6).

Es común en el A. considerado afirmar que a Dios se lo encuentra en el mundo: en el texto de 4.8. no condice con la enseñanza trascripta de Clemente VI en 5.4. y podríamos citar muchos lugares paralelos: siempre la relación con Dios se establece a través de las criaturas, nunca se lo concibe a Dios independiente de ellas.

Con respecto a la insólita enseñanza según la cual Dios mismo en cuanto tal sufre (incluso el Padre, v. Paoli 4.10), ella fue condenada ya en el año 400 por el Concilio de Toledo: "Si alguno dijere y (o) creyere que el Hijo de Dios, como Dios, ha padecido, sea anatema" Dz., 26).

Resulta obvio sostener, entonces, que la doctrina del A. difiere de la Doctrina Católica, nada más ni nada menos que en el tema de la noción de Dios (6). Contra los nuevos sofistas que inundan la Teología, cabría decir que, efectivamente, para la Fe Católica Dios es un Dios ontológicamente lejano del hombre, infinitamente superior a éste, aunque sea "más íntimo a nosotros que nosotros mismos". Nuestro Dios no es el "dios" de los panteístas, confundido con el mundo. (7)

Si las cosas son así, advertimos en las demás posiciones del A. una estricta consecuencia con lo sostenido en el tema de Dios. La somera reseña de sus enseñanzas sobre otros puntos, al sostener que el centro de gravedad de la doctrina y de la vida del hombre es "otro", nos parece que confirma, a la vez, que su concepción de Dios difiere grandemente de la que tienen los católicos.


Consecuencias y confirmación: La posición del A. sobre otros temas.

6.1. El ideal del Hombre
1. "Con el gusto por la persona viene la visión de la profesión como servicio y el descubrimiento, en todas las relaciones, de la persona como valor final al que deben subordinarse todos los demás objetivos..." (p. 55-6).

2. "Un progreso es falso cuando se lo piensa fuera de este centro que consiste en la maduración de la persona" (p. 65). No son cristianas las sociedades que "apuntan a crearle al hombre objetivos y finalidades que se encuentran fuera de la persona" (p. 65; cfr. p. 132).

3. "Una evangelización auténtica debe ayudar al hombre a formarse este gusto por la persona, de modo que aspire toda su vida a ese ideal" (p. 66).

4. "El único ideal humano es el de la liberación progresiva" (p. 101); "hacerse más persona, es decir, más consciente, más responsable, más libre"... (p. 101). "La liberación"... "constituye el fin de la historia" (p. 102). Un ideal... es una visión de la estructuración de la historia, de la sociedad y del progreso para el grupo humano" (p. 102). "El Creador ha dado al hombre la creación como medio para hacerse persona, para dialogar con los demás" (p. 52).

5. "La verdadera dirección de la historia" es "la dirección del progreso hacia la hominización... (p. 135).

6. "Cuanto más avanza la historia hacia su Centro (con mayúscula en el texto) y penetra hacia su Principio, tanto más experimentará la necesidad, la urgencia del Salvador" (p. 205); y a renglón seguido transcribe a Teilhard de Chardin: "Mañana el mundo pensará "en esferas", en cosmogénesis. Y por lo mismo el Dios crucificado se convertirá (en cuanto crucificado) (subrayado en el texto) en el más poderoso motor espiritual, siendo el único valorizador y el único "amorificador" de la ultrahominización". Estas palabras "quieren decir, sencillamente, que Cristo sólo puede salvar al hombre suministrándole verdaderos valores y dirigiéndolo con la fuerza del amor, en las exigencias cada vez más vastas y más universales, que descubre al buscar ser cada vez más hombre" (p. 205).
7. Así las cosas, es importante destacar que para el A. Ntro. Señor Jesucristo es "la más humana de las personas" (p. 69) (8).

8. "El Hombre-comunitario, el Hombre-humanidad -yo, cristiano lo llamaré el Cuerpo místico-, exige de mí, históricamente, un cambio de mentalidad, una adhesión a la historia que individualmente puedo no aceptar"...(pp. 201-202).

9. "... en el gran acto de la Cruz, ..Cristo alimenta y abriga concretamente para siempre a su Esposala Humanidad..." (p. 205).

10. Cristo es "el punto de convergencia de la evolución universal" (p. 187).

11. El A. critica a la Iglesia por ser organizadora "de un culto a Dios que no podía ser el culto del hombre" (p. 16).

12. "Cuando una persona dice que "el Amor de Dios me basta; no necesito de ningún otro amor", repito que utiliza una expresión desdichada y sospechosísima. Probablemente el amor de Dios se le ha presentado como una sustitución, como una decisión introducida desde fuera y después, que puede dejar profundos traumas interiores. Por este motivo, quienes así se expresan, muchas veces escandalizan y desconciertan. No saben amar...". Sta. Teresa o el P. Foucauld dirían "sólo Dios basta", pero en el sentido de que el descubrimiento del amor de Dios corta de raíz a la angustia existencial, y elimina la incertidumbre de la fase interina que suele influir en las decisiones de la vida (p. 211).

SE PUEDE SOSTENER, ENTONCES, QUE EL IDEAL DEL HOMBRE, PARA EL A., ES PRECISAMENTE EL HOMBRE.

6.2. Doctrina sobre la Iglesia

Esto puesto, ¿tiene sentido para el A. hablar de una Iglesia como única verdadera, como el Cuerpo Místico de Cristo, como Roca de la Verdad? ¿Y de una Doctrina de Vida concreta y determinada, de un "depósito" del cual es custodia? Veamos:

1. "El hombre no tiene necesidad de que se el enseñe por qué senda debe marchar, sólo necesita que se haga la luz sobre la senda que ha elegido, (los 3 subrayados son del A.,), para no perderse. Y ésta es precisamente la misión de la Iglesia como sacramento de la humanidad" (p. 188).

2. "vivir y morir en el regazo de la Iglesia, se decía en otro tiempo; y es una frase arcaica, que se ha vuelto antipática a causa del materialismo de que está cargada..." (p. 216). "El amor vertical ya no lo puede salvar (al hombre)..." (p. 217).

3. Para el A., los hombres "sienten alergia por el amor cristiano... porque este amor se ha cristalizado en una cultura, llega ya con un contenido propio..." (p. 146). Y esto "indigna como una violencia...". "Te amo cuanto puedo, pero como tú quieres (subrayado del A.), ésta es la ley del amor" (p. 146).

4. "Sería preciso tener el valor de decir que la cultura católica no existe; que existe una sola cultura, en la que cooperan creyentes y ateos, y que la misión de la Iglesia consiste en descubrir en ella cuánto ha avanzado el hombre hacia Dios y de qué modo se le puede revelar al Evangelio... Verdad es que resta el problema de la conciliación del dato de la revelación, que es preciso, con la cultura¿Como se puede entender hoy "Este es mi Cuerpo"? ¿Cómo se puede entender la revelación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Esta es la obra que ha trastornado toda la teología de hoy, y de la cual tendremos ocasión de hablar. Lo más urgente es una posición de respeto y de aceptación a priori de todo cuanto la cultura descubre..." (p. 76).

5. "¿... qué es el pensamiento social de la Iglesia si no este asumir las formas políticas y sociales que la humanidad va descubriendo primero?" (p. 25).

6. "La base de la gran revolución cristiana es la de creer profundamente que los pobres hacen la historia", que los "pobres poseen el mensaje que hay que dar, y, sobre este fondo, buscar la propia verdad... Es un vuelco total, porque no procuraré tanto vulgarizar mi mensaje, hacerlo sencillo, sino más bien universalizar el mensaje que llega de ellos" (p. 98; cfr. pp. 89, 90, etc.).

La esposa de Cristo, y su cuerpo místico, es la humanidad. (v. 6.1.8. y 6.1.9.).
DE LO EXPUESTO SURGE QUE EL A. TRASPONE EL CONCEPTO DE LA IGLESIA POR EL DE HUMANIDAD.

6.3. Juicios histórico-sociológicos sobre la Iglesia concreta:

Si aquello (6.2.) señala lo que la Iglesia Católica debe ser, y más atrás hemos visto cuál es el ideal humano (6.1.), es muy lógico pensar cuál ha de ser el juicio concreto sobre la Iglesia concreta tal cual ha sido y es en su historia visible ante los hombres.

1. Es "urgente reformar el tipo de hombre de Iglesia, el responsable del reino..." pues ella "ha dado al mundo presuntos santos, perdidos en la historia, incapaces de orientarse en la ciudad del hombre". El "tipo de santo" presentado por la Iglesia, hasta hoy, puesto "en medio de la realidad histórica, gesticula, no acierta una y corre el riesgo, a causa de esta inexperiencia -y esperamos que sea sólo inexperiencia- de cometer errores garrafales" (p. 13). "Una piedad estructurada sobre el Evangelio (subrayado del A.), destilada de los libros espirituales y pensada solamente en la línea que va del centro del individuo a Dios, ha convertido en larvas a los hombres..." (p. 13).

2. "No todos los católicos -debemos reconocerlo- defienden una estructura injusta, protegida y defendida por el rótulo "derecho de propiedad", para no perder los campos o los palacios o el derecho de disponer, sin límites, del dinero" (p. 26) (9).

3. "La obediencia a la letra más que al Espíritu y el fariseísmo no se dan sólo en los que han sido educados en conventos..." (p. 127).

4. Hablando de San Francisco de Asís, sostiene que al "mensaje" evangélico "Francisco lo vive dinámicamente con sus frailes, descubriendo con ellos el júbilo de compartir el pan con los pobres, la alegría de ser despedidos del convento" (p. 104).

5. "Tan desnudos, tan desarmados, tan distantes nos sentimos ante el hombre de hoy, tan avergonzados de haberlo engañado, nosotros, que le habíamos prometido guiarlo por la vía de la verdad..." (p. 13).

6. "Nosotros, los espiritualistas, los defensores de la dignidad del obrero, lo vendemos al dador del trabajo, pidiéndole a éste tan sólo que lo trate bien..." (p. 50).

7. "Está claro como la luz del día, que hace ya casi cinco siglos que la Iglesia se ha divorciado de la gran cultura humana" (p. 74) (10).

8. "La pertenencia a un grupo religioso, a una Iglesia institucionalizada, nos da necesariamente una forma de riqueza que puede ser más bien un obstáculo que una ventaja para nuestras relaciones con Dios. La Iglesia como institución puede fácilmente transmitirnos estas desventajas: el orgullo de grupo, la separación de los demás, colocándonos en la parte de los opresores, de aquellos que deciden las exclusiones, que asumen las elecciones importantes, que deciden la salvación por la autoridad de las instituciones..." (p. 89).

9. "Un mundo tan científicamente económico como el nuestro nos hace continuamente la objeción de si no es perder tiempo el rezar. Y en medio de una generación revisionista y crítica, vendrá el preguntarse si no constituye un retardo del progreso y la renovación, este entretenerse en formas monásticas y actitudes que se explicaban en épocas más contemplativas, porque eran más ociosas e ignorantes. Para estas objeciones no hay respuesta" (p. 139).

-Para entender el pensamiento del A., ha de tenerse presente que la oración de Nuestro Señor Jesucristo "hágase tu Voluntad" consistiría precisamente en la "aceptación de todo lo real" (p. 210, cfr. p. 129 texto cit. en 6.5).

10. "Se aproximan los tiempos en que el rico debe pedir perdón por su riqueza, el intelectual por su cultura, el religioso por su fe, el autócrata por su autoridad. Y se verá forzado a ello, no por una metanoia individual, sino por la necesidad de ingresar en la historia" (p. 96) (11).

A través de las transcripciones efectuadas el pensamiento del A. es muy claro: -De él sólo podemos extraer que la "congregación" (12) religiosa concreta llamada Iglesia Católica Apostólica Romana, por de pronto, no es precisamente "santa" ni tampoco "infalible"; y que estaría decididamente en el "pasivo" del balance de la historia de la humanidad sobre la tierra. Nosotros no queremos tanto subrayar esto, que resulta obvio de la lectura de los textos reseñados, cuanto que estos juicios sobre Nuestra Santa Madre la Iglesia son una estricta consecuencia de lo que el A. piensa sobre Dios, (v. nº 4) sobre el ideal humano (6.1), sobre Nuestro Señor Jesucristo y el Cuerpo Místico (6.1, 8, 9, 10, 11, 12), y también sobre lo que la Iglesia debe ser (6.2).

6.4. El progreso de la humanidad

Habida cuenta de lo anterior, y en momentos de una grave crisis moral y religiosa de la humanidad derivada de haber desoído el mensaje del Evangelio cuya predicación Nuestro Señor confía a Su Iglesia (Mateo, 28, 19), lo que el A. admite de algún modo al hablar de la separación cultura-Iglesia (v. 6.3.8.), no es de extrañar su valoración sobre las épocas que vivimos y el "progreso de la humanidad".

Hay una "absoluta fatalidad de la marcha hacia adelante del mundo", porque "todo esto es querido por Dios" (p. 24); (cfr. pp. 112, 113, 121). El temor del cristiano no debe ser "el temor de Dios" sino "el gran temor de que el mundo decaiga del nivel de conciencia a que ha llegado" (p. 161). El mundo está "lanzado hacia adelante"; y va "hacia la gran aventura del espacio y el Tiempo"; sólo necesita "sentirse amado" (p. 216), lo que equivale a la "seguridad de que, en cualquier órbita que entre en sus vuelos, ya no puede salir nunca de la órbita del amor de Cristo, al que todo el cosmos está ligado y asegurado por la encarnación" (p. 216).

6.5. La Religión:

Se empieza a orar, según el A. (sobre la oración de Cristo en el A., v.6.3.a) al salir de la superstición, mediante una "crisis de fe" que ocurre en la "adolescencia", que consiste en "la lucha por la liberación de las dependencias, y una de las dependencias más pesadas y dolorosas es la religiosa, en la cual se resumen todos los temores que atormentan al hombre que sale del túnel de la inconsciencia" (p. 126). El pecado consistiría, simplemente, en "rehusarse a ser más persona" (p. 127). La oración no es ningún acto especial: "el hombre no puede vivir, respirar, moverse, sin orar, porque no puede moverse sin caer hacia adelante" (p. 127). "Entristece un poco pensar que esta palabra de Jesús ha cristalizado en estructuras llamadas de vida contemplativa" (p. 129). La religión no consiste en "una ligazón con Dios benefactor o enemigo...", sino en que Dios "penetra profundamente la historia", y "se conoce porque es la vida". La Misa, según el A. tendría "4 puntos": "el descenso hacia la muerte" (Encarnación); "el ascenso hacia la conciencia" (el Ofertorio); "la conciencia de la marcha hacia lo alto" (La Consagración); y "el arribo a la plena evolución de la persona" (?, sic, pp. 159 a 165).

6.6. Dialéctica:

Toda la realidad está en perpetuo devenir y cambio dialéctico: "La fe se descubre y se hace en la acción" (p. 152); "la verdad es algo que es... y que al mismo tiempo se hace" (p. 145); "la persona se va haciendo en la transformación de la estructura" (p. 115); "el hombre encuentra en el trabajo la relación fundamental con la creación" (pp. 87, 49, 147). Hablando de la Eucaristía sostiene: "Nosotros, los hombres de Iglesia, olvidamos fácilmente... que el "sacramento" lo hace el hombre con su actividad, que se encuentra con el Verbo..." (p. 189). (Cfr. p. 178, etc.).

6.7. Nuestro Señor Jesucristo y la dialéctica de la lucha de clases:

"Jesús se ha hecho uno de nosotros perfectamente; ha entrado en la vida de los que hacen la historia, de los que han menester de promoción, de marchar adelante para cambiar su posición; de los que tienen necesidad de liberación" (p. 103). La doctrina del A. encuentra inteligibilidad si se recuerda que "los pobres" son "los que hacen la historia" (p. 56), "los que determinan los cambios de estructura" (ibid.), "su progreso está ligado a un cambio de estructuras"; "sus esperanzas y sus anhelos están necesariamente encarnados en la historia"; son "los dirigentes de la historia" (p. 56). "El verdadero pobre es el excluido, el separado, el que no puede participar en los derechos de la comunidad..." (p. 91). Su "pobreza económica" no alcanza a ser "una fuerza histórica" mientras el pobre "no tiene conciencia de esta disminución de la persona"... "La relación de la persona, que constituye la verdadera finalidad de la historia, de la que no se puede salir, no es un problema de convicción ni de decisión intelectual: depende del amor. Se puede racionalizar el amor, investigando dónde tiene sus raíces, y las descubrimos en la pobreza. En el fondo, reduciendo el esquema marxista a su esencia se descubre una línea que es esencial al Evangelio. La historia es la búsqueda de un equilibrio entre las clases, o más bien, la integración de una clase en la gran comunidad humana, es decir, la desaparición de las clases. La fuerza del movimiento de la historia es este mismo desequilibrio entre las clases..." (p. 91) (13).

6.8. La familia y el sexo

Evidentemente, estamos ante una doctrina distinta, ante un "vuelco total" (v.6, 2, 6). A distinta concepción sobre Dios, corresponde distinta concepción sobre el ideal humano, sobre la Iglesia, sobre Nuestro Señor Jesucristo, la Religión, la Naturaleza, la Metafísica, la Liturgia; corresponderá otra concepción moral, por ejemplo sobre la familia y sobre el sexo. He aquí algunas de las ideas para el "plan pastoral de matrimonio y familia" que el predicador de los seminaristas enseñaba hace unos años por casi todo el país.
1. "...Uno se pregunta hoy si la familia es realmente el lugar más conveniente para preparar el hombre, y si no habría que defender al niño de la familia, para que no vea en el pequeño taller de su casa lo que descubrirá mañana en la ciudad y que se verá llevado a considerar como la ley del hacer humano: el fuerte que tiene bajo su pie al débil; el violento que pisotea los valores esenciales para alcanzar sus fines; el hombre que cultiva y custodia sólo su yo individual... En verdad, los niños de hoy se encuentran en un proceso de emancipación de la familia tan rápido, que cabría pensar que el Espíritu Santo se ocupa realmente de ellos. Se liberan de la estructura patriarcal, que a menudo les transmite el trauma del esclavo... La co-educación del kibbutz es, ciertamente, una estructura tipo de la estructura pedagógica de mañana. Desaparecerá el colegio, como estructura que reproduce el patriarcado familiar, con la agravante de no poseer siquiera la dulcificación del afecto; y se darán en medida creciente, estructuras que facilitarán la coeducación..." (pp. 202-3). Todo esto, "si es una existencia actual de la historia, de ningún modo puede contradecírsela" (p. 204) (14).

2. La "raíz más profunda del hombre", -enseña- "es su sexo" (p. 83). De ahí que "la castidad puede parecerle anacrónica al hombre de hoy que quiere vivir plenamente todos los valores, y quiere ser hombre plenamente" (p. 69) (15).

La Iglesia, para el A. "está en la infancia y debe tomar los aportes de Marx y de Freud, teniendo en cuenta el avance actual de la "sicología profunda", que hoy ha analizado "las infraestructuras de la vida sexual" (p. 80); habida cuenta de estos elementos sabrá el lector interpretar la invitación que el A., siendo religioso, hace a los religiosos y religiosas a "descubrir la ley profunda de su existencia, que es la complementariedad" (p. 82). Tal vez lo que acabamos de transcribir tenga que ver con el concepto del autor sobre que la "relación-base" es "la relación hombre-mujer" y que esta relación, "de estática pase a ser dinámica", precisamente "porque la mujer no le es dada al hombre como "imagen" lograda para admirar y contemplar", sino "para realizar juntos" (p. 168). El hombre debe "dedicarse", dice, a la mujer, "con la palabra y con el sacramento". El lector no debe pensar que sacramento quiere decir aquí, como en la Doctrina Católica, "signo sensible y eficaz de la Gracia", sino, como lo dice expresamente el A., "el don de sí". "Dedicándose" a la mujer, el hombre debe buscar con empeño y dolorosamente la imagen y el reflejo del cuerpo de Cristo" (p. 168); y la actitud de la mujer, ante estas búsquedas, "no debe tener para sí y detener este amor", sino "aceptar que el hombre busque en ella la imagen de Dios". Con lo que el "amor se torna Pascua..." (p. 168). El eclesiástico, para el A., carecería "de mujer y de creación porque carece de trabajo", comenzaría "a ser verdaderamente profeta y a descubrir en la realidad del mundo, cómo se va haciendo la Iglesia", si "redescubre", "a la mujer y a la creación, el trabajo y el amor" (pp. 190-1) (16).

Nos resulta aquí imposible no hacer algunas brevísimas reflexiones: ¿Ante autores con estas supuestas "ideas de avanzada", QUE HAN PREDICADO Y PUBLICADO IMPUNEMENTE A LAICOS, LAICAS, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS, SEMINARISTAS, SACERDOTES Y OBISPOS, no es precisamente de extrañar que se hayan producido el aumento de abandono del celibato, de la propia mujer o del marido, crisis vocacionales, crisis de la familia; que pululen "ideas de avanzada" -en realidad regresiones animales- en la "nueva interpretación" del "celibato", del sexto y noveno mandamientos, de las "relaciones prematrimoniales", del control de la natalidad, del divorcio, etc. El pensamiento del A., más por lo que insinúa que por lo que dice, y precisamente porque no lo dice abiertamente, es subversivo de toda la doctrina sobre el sexo y la familia extraída del Orden Natural y de la Doctrina Católica. (Ante esta subversión radical del pensamiento natural y cristiano, la sola "subversión guerrillera" parece poca cosa y seguramente mucho menos podrida y peligrosa...).

6.9. Las "nuevas autoridades" y los "enemigos":

Como corroboración de la conclusión de que estamos ante un autor anticatólico, citaremos cuáles son las nuevas "autoridades" principalmente citadas y a que debiéramos atenernos, y cuáles nuestros únicos y exclusivos "enemigos": Las nuevas autoridades, serían Freud, "fenómeno-cultural" que se nos "impone" para "descubrir los condicionamientos de la persona" y nada menos que para la urgente tarea de "reformar el tipo de hombre de Iglesia" (p. 12); Tillich (pp. 179, 195), Mounier y su "personalismo político" que "apunta a la salvación y a la construcción de la persona" (pp. 111, 112), Congar (menos citado; sólo para la "definición de lo que es un laico" (?), (p. 150); Marx y Theilhard de Chardin, que a juzgar por el sentido y por el número de las citas son los autores más respetados por el A. (v. pp. 12, 49, 50, 100, 112, 113, etc., para el primero y pp. 65, 75, 76, 148, 157, 205, etc., para el segundo); Robinson (p. 201) (17).

En esta nueva "religión" los "enemigos", a los que el A. enumera taxativamente, serían el nacionalismo (absolutamente, sin distinción alguna; p. 97); el racismo (pp. 97-92, etc.); el integrismo, "que constituye la renuncia a la profecía", y que "es como dividir el mundo en dos hemisferios, el de las tinieblas y el de las luces" (pp. 75, 92, el autor tiene propensión a unir "racismo" e "integrismo"); el "capitalismo" (p. 57), entendido al parecer según los esquemas marxistas y no según la perspectiva católica; y el "anticomunismo" o "antimaterialismo" (p. 116).

7.- Segunda confrontación crítica

Lo expuesto en el nº 6 confirma que la doctrina del P. Paoli es decididamente anticatólica. Que detrás de la terminología católica se oculta, en vez de la Religión de Dios, la Religión de la Humanidad y que en vez del Teocentrismo Paoli ha colocado el Antropocentrismo. Sus "fuentes": Teilhard, Marx, Robinson, Tilich, Freud, Nietzsche, no dejan lugar a dudas (18).

8.- ¿En nombre de quién habla el A.?

El A. utiliza a menudo la primera persona del plural, y desde dicha persona formula especies de "exámenes de conciencia". ¿Cuál es esa primera persona? La respuesta es evidente: los cristianos, el Cristianismo, la Iglesia Católica (v. gr., p. 50, y textos citados en 6.3.6. y 7, etc.). Además, enseña siendo sacerdote y ostentándolo, aparentando ser católico y siendo como es un religioso, que no escribe sin imprimatur episcopal ("Imprimatur Antonio Quarracino, Obispo de 9 de Julio; José Iglesias, Secretario Canciller, 9 de julio, 24 de noviembre de 1966", p. 6).

En atención a los resultados a que hemos arribado nos parece que sólo una razón táctica pudo llevar a este hombre, que no suscribe la Doctrina Católica sino que la contradice y combate, a aparentar por todas partes que habla en nombre de ella y de los católicos.

9.- El método utilizado.

Es importante reparar en el método utilizado, como hemos dicho, porque de algún modo es el método-tipo y el más eficaz utilizado hoy para intentar la destrucción de la Iglesia. Haremos breves y esquemáticas acotaciones al respecto (19).

El ataque directo y explícito se hace casi siempre a la vida o a la acción de los cristianos, y en forma de "examen de conciencia", que por lo ya visto resulta ser "examen de la conciencia de los otros"... Así, la Iglesia o la Doctrina Católica no aparece en principio como la atacada, sino los cristianos, la Cristiandad, el Cristianismo. La "base" de la crítica aparece como constatación de hechos históricos o sociológicos, algunas de las cuales los católicos podrían lícitamente suscribir.

Pero sugestivamente el A. coincide en sus críticas con las que han formulado desde antiguo los peores y más declarados enemigos de la Iglesia, y que se sintetizan en que ésta es una rémora para la Humanidad adulta (20).

Por supuesto que a esta cultura de la destrucción ya no queda conceptualmente en la doctrina paoliana nada de la Santidad ni de la indefectibilidad de la Iglesia, ni de sobrenaturalidad (21).

Los ataques o escándalos más abiertos están parcialmente camuflados con cierta terminología, o con el uso de mayúsculas, que pueden evocar en el lector u oyente la recta Doctrina: Amor, Fe, Dios, Fundamento, Principio, Cristo, Iglesia, Sacramento, y con abundantes expresiones pseudo-místicas sugestivamente unidas en los momentos en que la discrepancia con la doctrina católica se muestra más evidente. (V. gr. los textos de 6.8.2.).

Muchas de las críticas al Cristianismo como temiendo alguna rediviva inquisición, se hallan "compensadas" con "retrocesos", o con atenuaciones del sentido; esto se ve favorecido por el empleo de largos y farragosos párrafos que favorecen la confusión, de tal modo, que siempre dejan algún pie para replicar a eventuales críticas sosteniendo que "ha sido sacado de contexto".

Esto se ve favorecido por el total desorden metodológico en que se mueve el libro. También en esto se guarda cierta consecuencia, porque si en realidad Dios no se distingue del hombre o del mundo, no tiene sentido separar la "Teología" de la "Antropología"; si es así, hay que borrar, como lo hace, o atenuar la distinción "sacro-profano" (p. 207), o "natural-sobrenatural" (como lo postula en pp. 190, 196, etc.). Y entran entonces con toda lógica y como en un "cajón de sastre" todos los temas más variados de Teología, Antropología, Ascética, Mística, Moral, Historia, Sociología, Economía, sexo, Derecho, Sagradas Escrituras y lo que Ud. quiera imaginarse (22).

Por todo lo cual, para entender el mensaje anticatólico del A. es preciso ir uniendo "lugares paralelos", "atando cabos", y "descifrar la clave"; tarea nada sutil por cierto, pues los insultos a los católicos llegan a la afrenta descarada, como en aquello de que "no todos los católicos defienden una estructura injusta" (6.3.2.) o que el fariseísmo no es exclusivo de los educados en conventos (v. 6.3.3.).

10.- Conclusión

Es grave que errores y ataques a la Fe como los reseñados se hayan divulgado impunemente y con total libertad en la Iglesia. Más grave es que se haya perseguido a quienes dijeron algo tan elemental como que la doctrina del A. no coincide con el Magisterio (23).

Más grave es la vigencia, no ya del A. que nos ha ocupado, como dijimos, pero sí de muchos de sus contenidos doctrinales, en vastos y dominantes sectores católicos. Nosotros vemos esta vigencia, entre otros planos, en:

- la tendencia a concebir a Dios como no distinto del mundo y de los hombres, como no trascendente, y en la afirmación de que sólo se puede llegar a él a través de la "amistad" o la "caridad"; una "caridad" que no se cuida de entender rigurosamente iluminada por la Fe. (v. 4);

- la tendencia a concebir el ideal del hombre reducido al desarrollo de la persona (6.1.);

- la tendencia a confundir a la Iglesia con el mundo, a concebirla sin contenido ni mensaje propios (6.2.);

- la tendencia a una actitud de fuerte rechazo si no de odio a "la Iglesia Vieja" y a su concreta historia, so pretexto de verdad histórica, o adecuación a los tiempos, todo a coro con los azorados más confesos enemigos de la Iglesia (6.3.);

- la tendencia a admitir el "Progreso de la Humanidad" de hecho y de derecho, implícitamente en proporción inversa al alejamiento de Cristo (6.4.);

- la tendencia, más o menos radicalizada, de transformar la liturgia en una pura simbología, y en la prioridad en ella de los aspectos "humanos" y "comunitarios" en detrimento de lo radical y verticalmente sacro (6.5.);

- la actitud sistemáticamente antiintelectualista, antimetafísica, y la exaltación del sentimentalismo a todo trance, todo lo cual tiende, en definitiva, a hacer de la Iglesia Católica una institución filantrópica, humanista y "razonable" a los ojos del mundo, y que va detrás de los poderes humanos;

- la tendencia a suplantar los que según la Iglesia son los enemigos del hombre, por otros muy distintos (6.9.).

Nos parece que el auge de estas actitudes y orientaciones doctrinales ha sido posible, entre otros factores, por la destrucción de algunas "defensas". Un paso importante se dio aceptando sin más que "la Iglesia debe cambiar", y con un cambio importante. Otro al aceptar, simpliciter, que la Iglesia y su doctrina no están ligadas -como se dice- a ninguna cultura ni filosofía ni terminología. A partir de allí, nos parece, vino la pretensión de encontrar siempre una interpretación benigna en las afirmaciones más opuestas al Magisterio Tradicional; vino la desconfianza sistemática a las formulaciones y a las prácticas "antiguas"; y la apertura en principio a todas las "novedades en la formulación".

A partir de allí, también encontramos una estricta consecuencia en que el criterio de la supuesta "adaptación al hombre moderno" o al "hombre latinoamericano", suplantara al de la fidelidad a la Tradición y a Nuestro Señor Jesucristo, e impidiera el auténtico y único "servicio" del cristiano-en-tanto-cristiano hacia el prójimo. Y en que sólo se condenaran las actitudes de quienes se negaban al cambio de la Doctrina y no a los innovadores. Pero hemos tenido, socialmente y temporariamente, la paradójica "ventaja" de que las perniciosas doctrinas sostenidas en sede teológica por "apresuramiento revolucionario" o por simple "radicalización de las posiciones", devinieran en posiciones políticas más o menos marxistas, o "guevaristas", o de incitación abierta a la "lucha de clases" o en ataque total del derecho de propiedad o de las fuerzas armadas. Entonces, recién, vino la "pérdida de vigencia" de algunos de estos autores o el sugestivo silencio de sus cómplices. PERO TODO ELLO DESPUÉS DE HABER ATACADO DURANTE AÑOS, IMPUNEMENTE, LA PROPIA DOCTRINA CATÓLICA SOBRE DIOS, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Y SU IGLESIA.

Deseamos que estas consideraciones sirvan para que no se repitan los errores en que se incurrió. La situación, para la Sabia Iglesia, no podía ser nueva. Ya San Pío X había enseñado, por ejemplo, que "no hay otro indicio más claro que de uno empiece a inclinarse a la doctrina del modernismo, que el comenzar a aborrecer el método escolástico" (24). Que el caos doctrinal y social en que el Progresismo al servicio de los enemigos de la Iglesia nos sumió, sirva en el orden doctrinario, para atender solamente a aquellas enseñanzas que tengan "aquella señal certísima de la verdad católica", que son, según enseñaba Clemente XIII, "la universalidad, la antigüedad y la conformidad de la doctrina" (25). Porque sólo Nuestro Señor Jesucristo, (-que es Dios, Vivo y no muerto, Dios Trascendente y no diluido en el mundo), es nuestro Ideal, (-y no la ultrahominización ni la persona), y sólo El y su Cuerpo Místico (-que es la Iglesia y no la humanidad) tienen, por siempre, las "palabras de vida eterna".

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NOTAS
(1) La terminología como tal no es precisamente evangélica; es por el contrario oriunda del socialismo para atacar a sus contradictores; un primer error consiste, entonces, en admitirla. Y afirmar que la Iglesia sea "de centro" es también introducirla en política, más con el agregado de cierta tibieza vomitiva.
(2) Un progresismo vergonzante y desvergonzado, Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1967, p. 67.
(3) Utilizamos "progresismo" o "modernismo" indistintamente y en sentido amplio, como una doctrina y un movimiento que bajo el nombre del Catolicismo o del Cristianismo en realidad tiene otra concepción de Dios, de la Religión, de la historia y del mundo: Esta amenaza desde "el interior" de la Iglesia y es "otra concepción que no se puede definir, sino con el término ambiguo de progresista: ELLA NO ES YA NI CRISTIANA NI CATÓLICA" (Paulo VI a los católicos de Milán, 15 de agosto de 1963).
(4) Transcribimos el pensamiento del A. en forma textual, del citado libro (Persona...). Salvo indicación en contrario, los subrayados nos pertenecen.
(5) También se condenó en la misma ocasión la posición que sostiene que "cuando hablamos de lo divino en la naturaleza, no usamos la palabra divino para significar un efecto no divino de la causa divina; ni tampoco es nuestra intención hablar de cierta cosa "divina" que sea tal por participación" (Dz., 1892). "Divino" es solamente Dios. Ya lo sabía mi hija cuando tenía 3 años.
(6) "Pero un Dios "inmanente" en la historia es un Dios inmanente en el hombre y, si es sólo inmanente en el hombre -ya que no está ni fuera ni antes-, se confunde con el hombre y no rebasa la órbita del hombre" (Meinvielle, op. cit., pp. 75-6).
(7) San Pío X señalaba en 1907 que algunos modernistas interpretaban lo que llamaban "la inmanencia teológica" dando "sospechas de significación panteísta", añadiendo: "lo cual concuerda mejor con lo demás de su doctrina" ("Pascendi", Dz., 2087); "Dios se presenta ciertamente al hombre, pero de modo tan confuso y revuelto que apenas o en absoluto se distingue del sujeto creyente", según los modernistas (Dz., 2078). "Al mismo término, es decir, al puro y descarado panteísmoconduce la otra doctrina (modernista) sobre la inmanencia divina. Porque preguntamos: ¿Esta inmanencia distingue a Dios del hombre o no lo distingue? Si lo distingue, ¿en qué se diferencia entonces de la doctrina católica y por qué rechaza la doctrina sobre la revelación externa? Si no lo distingue, tenemos el panteísmo... Esta inmanencia de los modernistas procede del hombre en cuanto es hombre; luego, el legítimo raciocinio concluye de ahí que Dios es una sola y misma cosa con el hombre: de ahí el panteísmo" (Dz. 2108); "...la doctrina de los modernistas lleva al ateísmo y a destruir toda religión" (Dz., 2109). La cuestión es "antes-que-teológica", o sea filosófica, como enseñaba el P. Meinvielle (op. cit., n. 2, p. 77). De ahí la importancia de los juicios del eminente filósofo P. Fabro sobre la "teología moderna". Aludiendo a la fuente de Paoli, Robinson (v. infra 6.9.), sostiene que éste concibe a Dios "conforme al más ingenuo panteísmo" (Drama del hombre y misterio de Dios, trad. Redo Llopart- Peral Domínguez, Rialp, Madrid, 1977, p. 107-8); "con el apoyo de Tillich se invoca sin más el Deus sive natura de Escoto Eriúgena y Espinosa" (ib., n. 123); la actual "situación teológica -sostiene el P. Fabro- tiene profundas analogías con la de hace un siglo, cuando la izquierda hegeliana pretendió derribar al cristianismo y la misma religión en general" (ib. p. 707). Recuerda Fabro (ib. p. 707, n. 127), la apelación explícita a Feuerbach por parte de otra "fuente" de Paoli, Tillich, y "la sustitución de la teología por la antropología existencial". Bultman y Robinson coinciden según F. en "el rechazo de la trascendencia y de cualquier sobrenaturalismo" (op. cit., p. 653). La "teología existencial" ... da como "precipitación" una teología atea" (op. cit., p. 654). En el fondo de la "teología de la muerte de Dios" (a la cual sigue Paoli) está "el reconocimiento de la validez in limine rations de la destructio Dei, especialmente por parte del pensamiento moderno, como la expresión de la edad madura..." (op. cit., p.720, refiriendo a Bonhoeffer). "Esta nueva teología de la muerte de Dios es la teología del derrotismo y de la capitulación frente a las negaciones del pensamiento moderno por parte de Feuerbach-Nietzsche hasta Heidegger y Sartre" (op. cit., p.735). Véase también del mismo autor L'Avventura della Teología Progressis- ta, Rusconi Editore, Milano, 1974; son significativos los títulos de algunas partes: "La svolta antropológica nella Teología comtemporánea", "Radice inmanentistiche della Teología contemporánea", "La dissoluzione della teología in antropologia" y "La svolta antropológica di Karl Rahner", Rusconi, Milano, 1974, obra de significativo título, referida a "la obra del teólogo más leído y seguido por los jóvenes frívolos de la teología católica en esta época postconciliar" (p.5) V. n.18.
(8) Nuestro Señor Jesucristo "es una sola persona" y "persona divina" (cualquier catecismo no modernista).
(9) O sea que en definitiva los católicos, en su gran mayoría, según el P. Paoli, son unos cretinos; y la minoría restante... también lo es, pero sin tener la culpa de ello; la culpa la tiene la Iglesia por la formación ahistórica que les ha dado. A renglón seguido, la descripción de los católicos adquiere ribetes sangrientos: "Ahí están los astutos que juegan a los rehenes: mandan delante a las mujeres y los niños desafiando a los enemigos..." (p. 26).
(10) La afirmación es de extrema gravedad en el pensamiento del A.; implica sin más una decidida condena de la Iglesia, pues se trata de una divergencia entre la "cultura" o "la historia" y la Iglesia. La cultura o la historia juzgan a la Iglesia, para Paoli, y a la historia no se la puede contradecir (v. texto de 6.8.1. al final).
(11) Acá el "religioso padre Paoli" formula una clara amenaza física a los creyentes. Si correlacionamos con otros textos suyos, aquí está preconizando la "matanoia- guerrillera" (?!).
(12) "Conviene saber que Iglesia quiere decir congregación; por tanto, la Santa Iglesia es lo mismo que la congregación de los fieles... Esta Santa Iglesia cumple cuatro condiciones: es una, santa, católica, es decir, universal, y firme y estable". (Sto. Tomás, "Credo", en "Escritos de Catequesis", trad. Somolinos, Rialp, Madrid, 1974, p. 93). La utilización del término "congregación" es muy a propósito para evitar la dialéctica. "Iglesia institución - Iglesia carismática" al uso de los progresistas, ya refutada en "Mistici Corporis" por Pío XII.
(13) Aquí el modernista descubre hasta literalmente su marxismo: "la historia es la historia de la lucha de clases" (Manifiesto Comunista).
(14) El "profeta" somete así la familia a la corrosión de la lucha de clases.
(15) Para entender el pensamiento del A. no debe pensarse cándidamente con el catecismo tradicional que adulterio es ante todo el concúbito con quien no es la mujer propia, sino tener en cuenta la equívoca y seudo-sublime definición que él da: es "la lujuria sin amor, el sexo que tiene por fin el placer y no el descubrimiento (?), el dominio y no el diálogo (?), la dispersión y no la unificación" (p. 72). Y al leer "amor" el lector no debe pensar que se trata del "amor ordenado", según diría San Agustín, según los mandamientos de la ley de Dios, por los que el A. no tiene ningún cuidado, sino que debe atenerse a su pensamiento, según el cual en "la relación íntima de la pareja" deben entrar el hombre y la mujer "con toda su densidad histórica, y aun con toda la impureza..." (p. 72).
(16) Cfr. pp. 51, 52, 58, 59, 66, 67, 71, 77, 115, etc.: Ante los más insospechados temas aparece el "pansexualismo paoliano".
(17) Las citas de Santo Tomás (pp. 12 y 76), Santa Teresa (v. 6.1.12) y San Francis- co (v. 6.3.4.) son sólo para distorsionar sus doctrinas.
(18) A los fuertes testimonios de la n. 5 agreguemos el del prestigioso metafísico alemán Bernhard Lakebrink al referirse a la "teología existencial" o "antropológica" que, como es visible, Paoli, entre nosotros, no hizo, más que reproducir sin originalidad alguna. Para ella Dios estaría "inevitablemente enredado en la historia"; para uno de sus cultores, el mentado Rahner, Dios es "mutable"; ella es "enteramente idealista", niega "la realidad efectiva del mundo", concibiendo a la Gracia Divina como "una mera aclaración de conciencia"; es "sierva y aun esclava de la filosofía a la que se subordina", "se entrega a un subjetivismo sin medida" y "significa el fin de toda verdadera teología". Para este movimiento "teológico" es el hombre, como en Protágoras, "la medida de las cosas". (La futuridad existencial de Dios y del hombre, trad. G. Soaje Ramos, en Ethos, rev. del Inst. de Fil. Práct. nº 2, pp. 91-107).
(19) Sólo nos referimos al método "doctrinal" utilizado por el A. y por el progresismo en general, y no a los "métodos de acción" de otro tipo.
(20) Los modernistas están "impregnados...hasta la médula de los huesos de venenosos errores habidos en los escritos de los adversarios del Catolicismo" ("Pascendi", en col. Guadalupe, t. I, nº 104-1, p. 781).
(21) "Escriben historias donde, con el pretexto de declarar la verdad, sacan a la luz diligentísimamente y con cierta manifestada fruición todo lo que parece arrojar alguna mácula sobre la Iglesia" ("Pascendi", col. cit. n.20, nº 104, 12, p.806-7).
(22) Buen ejemplo lo da el libro que comentamos, donde aparentemente se trata de explicar la parábola del buen samaritano. Así, para explicar "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó", escribe: "Un hombre, ¿qué es un hombre? Tanto hemos dicho y escrito acerca de la persona humana que ya nadie nos cree. Acusamos [se entiende que los católicos] a los marxistas de no salvar la persona y la estructura, pero nosotros [los católicos, se entiende, que por todo el contexto del libro somos lejos peores que los marxistas...], para salvar la persona de la estructura la aislamos en el cielo de la abstracción" (p. 9).
(23) Tal el caso de un seminarista que fue expulsado del Seminario por criticar la doctrina del P. Paoli. Dar prevalencia a un supuesto "principio de autoridad" ("el seminarista no es quién para criticar la doctrina del sacerdote"), en detrimento del principio superior de la defensa de la Fe, resultó tan antievangélico y tonto como "colar un mosquito y tragarse un camello".
(24) "Pascendi", col. cit. en n. 20, nº 104, 12, p. 805.
(25) Al ordenar la impresión del Catecismo de San Pío V. (Ed. Moderna facsímil, s/ fecha ni editor), p. 1.