LA IGLESIA POPULAR DE BERGOGLIO

LA CRISIS DE LA IGLESIA Por Benedicto XVI La Iglesia y el escándalo del abuso sexual.

EN DEFENSA DE LA FE Documento del Vaticano Ad tuendam fidem.

COMUNIÓN EN LA MANO Las mentiras del P. Balsa y Mons. Sueldo.

COMUNIÓN EN LA MANO (2) Comentario al libro de Mons. Laise.

MONS. KARLIK Y LA MASONERÍA Nueva fraternización.

MONS. KARLIK Y LA GUERRILLA En defensa del MTP.

ROMA Y LA MASONERÍA Documento del Vaticano.

LA IGLESIA Y LA GUERRILLA La mala memoria de nuestros obispos.

CURAS TERCERMUNDISTAS EN ARGENTINA (informe periodístico)

ENEAGRAMA El influjo nefasto sobre la religión.

VIEJOS ERRORES... QUE VUELVEN Lista de algunos famosos descarriados.

HOMENAJES A MONS. ANGELLELI Documentos probatorios.

HISTORIA DEL MODERNISMO

ACERCA DE CIERTA EXÉGESIS (MODERNISTA)

TEOLOGÍA NUEVA: natural-sobrenatural

EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA Falso mensaje.

UN OBISPO MÁS IMPORTANTE QUE EL PAPA: WALTER KASPER. por el Card. Ratzinger.

IGLESIAS HERMANAS La única Iglesia de Cristo.

HUMANI GENERIS Pio XII contra el modernismo


MONS. KARLIC Y EL MTP

CARTA DE MONS. AGUER A MONS. KARLIC


Monseñor. Estanislao E. Karlic

Arzobispo de Paraná

Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina 

S. -----/-----D.

Secretaría del Arzobispado de La Plata - La Plata, 13 de enero de 2001.

    Excelencia y querido hermano:

    El pasado 27 de diciembre de 2000, el diario porteño Clarín publicó una nota bajo el título "Dos llamados telefónicos de Karlic". En ella se afirma que "el Presidente del Episcopado" se comunicó con el Presidente de la Nación "para urgirlo a que encuentre una vía que posibilite que los presos por el intento de copamiento del cuartel de La Tablada finalicen la prolongada huelga de hambre que realizan".

    Se añaden también comentarios procedentes de una "fuente eclesiástica" no identificada, de cuyas declaraciones se sigue que el sentido de la gestión de Vuestra Excelencia fue "preservar la vida", porque, le hacen decir, "nos oponemos a la muerte de cualquier persona, aunque haya cometido la falta más grave". El mismo vocero manifiesta que otras gestiones venían desarrollándose "desde junio, cuando empezaron a vernos los familiares de los presos". Entiendo que este último párrafo se refiere a V. E. o a la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina.

    Publicaciones posteriores interpretaron y comentaron esta intervención "de la Iglesia", destacando el peso que habrían tenido en la decisión del Señor Presidente los llamados telefónicos de V. E. Lo mismo me han asegurado, privadamente, varios funcionarios del Gobierno nacional.

    Usted conoce, estimado Monseñor, los serios problemas jurídicos y políticos implicados en este asunto, y las circunstancias históricas de la situación que estamos viviendo. Las presiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son consideradas indignas y contrarias a derecho por muchas personas prudentes; son muchos también los que piensan que fueron magnificadas.

    Los Poderes Legislativo y Judicial resistieron a ellas, fundados en las leyes de la República. En ese contexto, la intervención de V. E. parecía favorecer la única vía posible para satisfacer aquellos requerimientos exteriores: un decreto del Poder Ejecutivo concediendo la conmutación de penas.

    Estoy seguro de que la solicitud de V. E. se hallaba inspirada por el altísimo principio del aprecio a la vida y por sentimientos de generosa caridad. Valorando esa noble inspiración, me pregunto si se emprendieron tratativas con los ayunantes. Eran ellos quienes ponían en peligro su vida, pues nadie en realidad la amenazaba.

    Supongo que algunos de ellos son cristianos - no olvidemos que un sacerdote fue condenado en esta causa -: ¿no era un deber pastoral recordarles que estaban faltando contra el quinto mandamiento?; ¿no habrán necesitado cercanía y consejo? Es verdad que se sospecha que, en esta materia, sólo pecaban venialmente, pues no se puede admitir de ligero que una huelga de hambre se prolongue tanto tiempo sin conducir a sus actores al fin irreparable. Malicia mayor habría, probablemente, en el intento de extorsionar, por ese medio extremo, al Gobierno y a la sociedad para arrebatar la solución que en definitiva se obtuvo.

    No creo que la decisión del Presidente de la Nación contribuya a superar la división que enfrenta a sectores de la sociedad Argentina. De parte del Episcopado se espera –según mi parecer—imparcialidad de juicio y ánimo sereno, cualidades imprescindibles para no dejarnos envolver por los sofismas que manejan los "formadores de opinión", ni contagiarnos de la parcialidad con que se impone una determinada valoración de nuestro pasado reciente.

    Después de la gestión desarrollada por V. E. a favor de los presos que ayunaban, ¿no sería oportuno emprender diligencias a favor de algunos miembros de las Fuerzas Armadas que sufren penas de prisión? ¿No se hacen desear gestos de acogida cordial y disposición para el diálogo con los familiares de estos militares y con los de los muertos por la subversión?

    Personalmente, no me opongo a que salgan en libertad los "presos por La Tablada"; sólo 
pediría, en ese caso, que salieran también los "carapintadas". Digo esto sin pretender homologar las posturas y conductas de unos y otros.

    Hay que curar la conciencia hemipléjica y acabar de una vez por todas con una revisión destructiva de lo ocurrido en las últimas décadasReclamos de justicia y juicios por la verdad parecen más bien clamores de venganza y cacería del enemigo.

    Si permanecemos en el atolladero de los resentimientos, si con el ánimo de procurar la verdad y la justicia favorecemos a quienes profesan el odiono habrá para los argentinos un nuevo punto de partida y nuestra sociedad continuará su marcha hacia el abismo. ¿No habría que promover la sanción de una "Ley de Olvido" –hay un antecedente histórico— que beneficie a todos los condenados por razones ideológicas?

    Penúltima cuestión: la iniciativa de V. E. en este asunto ¿fue emprendida a título personal, como Arzobispo de Paraná, o en su carácter de Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina?¿Se trató quizá de una resolución de la Comisión Ejecutiva? ¿No debió someterse el tema a debate durante la última Asamblea Plenaria, cuando se presentó en San Miguel una delegación de familiares de los presos? Planteo estos interrogantes porque me molesta verme complicado y comprometido, sin tener oportunidad de disentir, en una intervención episcopal de interés público,con la cual no estoy de acuerdo.

    Lamentablemente, en la opinión general, que tiene asumidos los esquemas simplificadores del periodismo, se ha difundido una concepción galicana de la Iglesia. Muchos piensan y se expresancomo si existiera una Iglesia Argentina cuyo jefe es el Presidente de la Conferencia Episcopal; sus opiniones e intervenciones serían propiamente las oficiales, a las que se supone adherimos todos los obispos.

    Por último: a los obispos se nos pide, cada vez con mayor frecuencia, que nos ocupemos de innumerables problemas culturales, políticos, sociales y económicos, y nos vemos impelidos a entrometernos en ellos. De cada Asamblea Plenaria se espera y se reclama una declaración sobre aquellos tópicos. Pero, ¿no deberíamos aplicar nuestra atención y nuestro esfuerzo a identificar y a resolver los problemas crónicos, siempre postergados, del catolicismo argentino? ¿No debemos reconocer acaso en ellos la raíz de algunos de los males que padece el país?


    Excelencia: confío que, con la inteligencia y la apacibilidad que lo caracterizan, sabrá usted aceptar de buen grado estas reflexiones; se las presento con la intención de colaborar fraternalmente en su delicada tarea. Reciba con ellas la expresión de mis sentimientos de aprecio y mi cordial saludo en el Señor.